viernes, 21 de junio de 2013

Rendidos a los pies del mejor Lebron James y el Miami Heat.

"Nunca subestimen el corazón de un campeón"  ¿Recuerdan esa frase célebre de Rudy Tomjanovic justo antes de que los Rockets de Houston consiguieran su segundo título consecutivo en las finales de 1995 contra la Magia de Orlando? Es una frase que aplica absolutamente para el campeonato ganado por el Miami Heat el día jueves, justo 48 horas después de haber estado a un sólo rebote de perder el título.
Con sus 36 puntos en el juego 7 de la final, con todo y sus 5 triples y sus tres encestes en los segundos finales, con los que el Miami Heat se aseguró el segundo campeonato consecutivo de la NBA, Lebron James entró oficialmente (si no es que ya estaba dentro) al olimpo de las leyendas, donde sólo se pueden encontrar nombres como el de Michael Jordan, Wilt Chamberlain, Magic Johnson, Larry Bird, Hakeem Olajuwon, Tim Duncan, Kareem Abdul Jabbar y Bill Russell.
Me cuesta trabajo definir con un sólo adjetivo lo que hizo James en el juego 7 de esta final, es difícil y hasta cierto punto irresponsable, bajo riesgo de quedarte muy corto, poder describir el gran partido que hizo el mejor jugador de la NBA en esta temporada... Y es que James calló de tajo los malos comentarios que sus críticos (yo incluido) hicimos durante todos los playoffs y en general a lo largo de su carrera... fue capaz de responder como leyenda en el juego más importante de su vida. Por fin mis ojos lo vieron cargar a su equipo sobre sus hombros y no depender del esfuerzo individual de Dwayne Wade o de los aportes de Mario Chalmers. 
Muy lejos de ser aquel jugador dubitativo de la final contra Dallas de hace un par de años, muy lejos de aquel juego definitivo en que lo veías temeroso en zona de definición en la cual prefería pasar la pelota en lugar de buscar el tiro, muy lejos de ese jugador que se desinflaba en la segunda mitad de los partidos, ayer James fue el líder indiscutible de un Heat que aguantó estóicamente el embate de unos aguerridos Spurs que cayeron víctima de sus propios errores.
James ayer se adueñó de la pelota en cada uno de los ataques de su equipo, especialmente en el cuarto final, tomó la responsabilidad de armar los ataques y sobre todo de consumar las oportunidades clave en los momentos finales, e incluso se dió tiempo para defender con atingencia, cortando un balón fundamental que tenía a Tim Duncan como destino cuando Miami ganaba por cuatro puntos.
El título del Miami Heat es uno de los que más justicia ha hecho a la temporada de un equipo, yo creo que sin temor a equivocarme, es el que más justicia ha hecho desde que los Bulls de Chicago alzaron su cuarto título Larry O'Bryan después de haber ganado 72 partidos en temporada regular y tras derrotar en 6 juegos a los Supersonics de Seattle. 
Y no es que no hayan habido grandes campeones. Cómo olvidar a los Spurs del 99 o a los Lakers del 2000 o incluso a los mismos Pistones de Detroit de 2004, sin embargo, en mi particular punto de vista, no había visto un equipo tan dominante desde aquella temporada. 
Ya lo dije en la columna que abrió las finales, el Heat hizo una temporada sencillamente espectacular y Lebron James robó la discusión a MVP desde el inicio de la temporada. Como equipo, Miami acumuló la cifra de 25 triunfos consecutivos, quedándose a 9 de la marca histórica de más triunfos seguidos. Lebron James también colaboró con una racha de 28 partidos seguidos anotando 20 o más puntos, también quedándose muy cerca de la marca histórica.
El reto será ver quién es el guapo que se les pone enfrente. Espero de regreso a Oklahoma o Lakers en el Oeste, y me gustaría ver a los Knicks con un año más de experiencia o a los Bulls con Derrick Rose y Luol Deng sanos... Mientras tanto nos queda esperar hasta finales de octubre para vibrar de nuevo con el mejor baloncesto del mundo.

No hay comentarios: